Valls es conocida como ciudad cuna de los castells –el km 0 del mundo casteller– y por ser la ciudad de origen de la calçotada y de los Mossos d’Esquadra. Miles de personas visitan cada año la capital del Alt Camp para degustar los calçots de Valls, protegidos por una IGP. Las calçotadas se pueden hacer de noviembre a abril, pero si venís el mes de noviembre también podréis realizar una cata de aceite nuevo en la Cooperativa Agrícola.
La Iglesia Arciprestal de Sant Joan es el monumento más importante de la ciudad. La nave, gótica, es grandiosa y la preside un retablo rehecho por un equipo liderado por el escultor Josep Busquets, a partir del retablo barroco de Tremulles destruido durante la Guerra Civil. La iglesia conserva obras del escultor barroco Lluís Bonifàs Massó, de los hermanos Grau, del pintor vallense Jaume Pons Monravà y de Pere Queralt en la Capella dels Dolors. La Capilla de la Virgen de Candela es de visita obligada.
También debéis visitar el campanario más alto de Cataluña, de 74 metros de altura. Cuando lleguéis a la cima, después de muchas escaleras y con un cierto temblor de piernas, observaréis, a vista de pájaro, una perspectiva del Camp de Tarragona única.
La plaza del Blat es considerada el kilómetro cero del mundo casteller. Justo debajo se conserva el antiguo refugio antiaéreo, que también se puede visitar. También en la plaza Pere Català Roca se alza el nuevo y flamante Museo Casteller de Catalunya, que ofrece diferentes actividades inmersivas. El edificio de la Casa de la Villa acoge la Galería de Ciudadanos Ilustres, con retratos de Jaume Huguet, Narcís Oller, Robert Gerhard, Carles Cardó, la estirpe de los Català Roca y Cèsar Martinell, entre otros.
En la calle de la Cort, en el centro comercial de la ciudad, se encuentra la Capilla del Roser, que acoge una de las joyas del arte barroco catalán: los paneles de baldosas conmemorativas de la Batalla de Lepanto, del siglo XVII, declaradas BCIN . Siguiendo por la calle de la Cort llegaréis al Pati, el centro neurálgico de Valls y, seguidamente, hasta la Font de la Manxa, con el monumento a los Xiquets de Valls obra de Josep Busquets. Si proseguís por el paseo de los Capuchinos, descubriréis tres joyas vallencas: el Santuario de la Virgen del Lledó, con la virgen gótica, el retablo de Cèsar Martinell y las pinturas de Galofré Oller y Català Gomis; el Museo de Valls, una de las pinacotecas más notables de Cataluña, con programación estable de exposiciones temporales, y la Biblioteca Popular, la primera que construyó la Mancomunidad de Cataluña, actualmente rehabilitada como sala de exposiciones.
Para completar el descubrimiento de la ciudad podéis realizar varias rutas guiadas que descubren al visitante lugares singulares y con encanto. La Ruta Cèsar Martinell es una de las propuestas que ofrece la Oficina de Turismo de la ciudad, situada junto a la plaza del Blat. Cèsar Martinell, discípulo del gran maestro Antoni Gaudí y autor de numerosas bodegas (las llamadas catedrales del vino), nació en la ciudad e hizo varias intervenciones.
Os recomendamos un paseo hasta la plaza del Oli, en el corazón del centro histórico, donde se celebra el mercado semanal desde hace más de ochocientos años. Junto a esta plaza está la judería y, justo en el cruce donde se supone que fue descuartizado, una escultura reproduce la cabeza del célebre bandolero Joan Serra, llamado la Pera, protagonista de la conocida canción de Lluís Llach.
Valls celebra cada diez años las Fiestas Decenales en honor a la Virgen de Candela, una festividad memorable muy esperada por los y las vallenses. Las próximas se llevarán a cabo en 2031.
Cerca de Valls, en el pueblo de Masmolets, conocido por uno de los prestigiosos restaurantes donde se puede hacer una buena calçotada, podéis visitar una bodega de vinos y la Iglesia de San Salvador.
Un poco más arriba, junto a la partida del Bosque de Valls, un paraje con numerosas masías, algunas modernistas, se encuentra el pueblo de Fontscaldes, donde también encontrará buenos restaurantes para hacer la calçotada y donde se conserva el único horno de cerámica ibérica del Camp de Tarragona.
Si queréis hacer una buena excursión, os proponemos subir hasta Miramar y luego hasta la Cogulla a tocar la cruz de hierro. Podréis observar el mar al horizonte.